La soledad de Ulises
Dejado a sus propias fuerzas
Mando unificado PGR-SSP
El viernes, nueva marcha
Ulises Ruiz tendrá que demostrar que un fantasma en fuga es capaz de hacer como que gobierna a un pueblo golpeado pero no derrotado. Porque ahora se ha quedado atenido a sus propias fuerzas policiales aunque con una presencia reducida de miembros de la PFP para enfrentar la secuela del movimiento de la APPO, ya sin los amplios contingentes militares que con pena y sin gloria dejaron este sábado la plaza sureña a la que habían llegado el 29 de octubre.
(Bueno, sí hubo cierta gloria burocrática para el jefe de las operaciones en Oaxaca que antes lo fue en Atenco el general Ardelio Vargas Fosado, que ahora ejerce el mando unificado de la Policía Federal Preventiva y de la Agencia Federal de Investigación, en una concentración de poder que confirma lo antes aquí dicho: la PGR, a cargo de Eduardo Medina Mora anterior jefe de Vargas Fosado manejará en los hechos tanto esa instancia presuntamente autónoma la tal procuraduría como la secretaría federal de seguridad pública, en la que despacha con sentido operativo Genaro García Luna pero supeditado en los hechos a lo que decida el jefe de jefes Medina Mora: eficacia represiva, fusión y confusión de atribuciones y funciones de la PFP y de la AFI, poder multiplicado al socio de Luis Téllez, el secretario de conservación del duopolio televisivo, figuras ambas EMM y LT que abren la puerta y le garantizan negocios e impunidad a los peores representantes de la voracidad trasnacional, entre otros al bushista Grupo Carlyle.
La soledad de Ulises se formaliza cuando han sido cumplidos los términos del pacto que con la Policía Federal Preventiva sostuvo al oaxaqueño a cambio de que los priístas apoyaran como puntualmente lo hicieron la toma de posesión de Felipe Calderón en San Lázaro. No hay duda de que las semanas de vida política extra que ha tenido el agónico Ulises se debieron a la presencia de la tropa de negro y gris en el centro de la capital oaxaqueña y, en especial, a la terrible acometida represiva del 25 de noviembre, cuando en esa ciudad se dieron muchos pasos atrás en materia de respeto a los derechos humanos y a las leyes. Tampoco debe haber duda de que a pesar de la terrible represión desatada contra la APPO este movimiento social sigue vigente, inclusive más maduro a base de golpes y decidido aunque cuidadoso de provocaciones e improvisaciones.
Ayer mismo se produjeron varias demostraciones de que el caso Oaxaca está muy lejos de ser cerrado. A pesar de las fechas festivas, que aparentemente instalan un clima de cierto relajamiento, mujeres de aquella entidad marcharon por las calles y reiteraron su conocida combatividad. También hubo un acto público de recepción de decenas de presos que dejaron tierras de Nayarit a las que habían sido confinados al estilo más salvaje de, por ejemplo, el porfirismo prefelipista (es decir, el original, el de Díaz). Los expedientes relacionados con esos presos políticos son la más viva e irrefutable demostración de que las leyes son retorcidas con propósitos políticos por los regímenes autoritarios cuando no tienen salidas pacíficas para problemas sociales (la propia liberación de presos está expresamente contaminada de politiquería, no sólo porque Ulises Ruiz pretende ahora aparecer como benefactor de los mismos a los que primero dañó, sino, además, porque el criterio para esas excarcelaciones ha sido corporativo, grupal, dirigido a poner aparte a profesores sindicalizados y a miembros de la comunidad universitaria).
Los estudiantes de las escuelas de derecho del país, y las diversas organizaciones, barras y colegios de abogados, podrían hacer un análisis honesto de lo sucedido del 25 de noviembre a la fecha y coincidirían en que lo sucedido desde la toma calderónica informal del poder y a lo largo de más de una quincena de "mano dura" constituye una sistemática violación al orden jurídico vigente y que las detenciones, golpes, torturas y desapariciones sucedidas en este lapso representan una vuelta a las peores páginas de lo que en Latinoamérica se ha llamado la guerra sucia, es decir, el uso de la fuerza del Estado, con sentido criminalmente institucional, contra ciudadanos en lucha política o social.
Este viernes volverán a salir en marcha pública los miembros de la APPO que han sido golpeados, perseguidos y machaconamente estigmatizados múltiples cantores mediáticos a sueldo han leído partituras similares demonizando a Flavio Sosa, pretendiendo a partir de convenencieras e hipócritas lecturas de su biografía, convertirlo en un ente necesariamente sujeto a castigo. Será la primera vez desde el pacto nefasto que canjeó estancia de Ulises por apoyo a F.C. en San Lázaro en que ya sin el ingrediente federal explícito vuelvan a encontrarse las dos fuerzas esenciales de Oaxaca, la de las armas solitariamente locales y la de la movilización social más resistente y prolongada de cuantas a lo largo de muchas décadas se han opuesto al poder en la historia nacional. De lo que suceda, en dado caso, Felipe Calderón podrá asumir que su compromiso con Ruiz ya fue pagado y que, de ahora en delante, los nuevos errores de Ulises entrarán en una cuenta distinta, ya sin el chantaje de San Lázaro.
Astillas
Manuel Espino nunca apoyó a plenitud la campaña de Felipe Calderón y, en decisiones clave, como el nombramiento de líderes de las bancadas legislativas, jugó las contras al michoacano. Ahora, el ultraderechista espinoso pareciera estar fuera de la jugada: compromete apoyos a Ulises Ruiz y le saltan senadores que dicen no estar sujetos a la línea de su presidente partidista, y, en el caso del aumento a los refrescos, Espino se opone aunque los legisladores supuestamente bajo su control hayan votado en sentido contrario... Y, mientras, Beto River convoca a la feligresía fiscal a pagar religiosamente sus impuestos, ¡hasta mañana, en esta columna que sigue viendo mucho ruido en el caso de las "operaciones" contra el narcotráfico y pocas nueces o nueces vanas a las que se quiere hacer pasar como ejemplares de a libra!
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